jueves, 16 de febrero de 2012

Aunque tú no lo sepas me he inventado tu nombre.

 Que yo siempre fui una flor que se regaba con cualquier regadera, que nunca dejaba que se plantaran al lado mía, no si iba a ser para siempre, nunca creía en un periodo de tiempo tan largo. Pero entonces llegaste y rompiste todos mis esquemas, mis medias y lo que no eran mis medias, te metías en mi cama cualquier sábado, no hacía falta ni que te lo dijera, siempre aparecías con ese aire chulesco tuyo, con esa mirada que dice más que una sonrisa, y te bajabas de la moto, venías hacia mí y me decías: ¡Qué hay nena! Y yo te sonreía. Algo estúpido pero que hacía que cada fin de semana me alegrara el día a las dos de la mañana.
Dicen que las flores se terminan marchitando, pero yo creo que se marchitan si tú dejas que ocurra, porque mírame, aquí estoy yo marchitada y tú en busca de otras flores que abran las piernas más que sus pétalos.












P.d: te sigo echando de menos.

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